ESI EN LA ESCUELA SECUNDARIA

La Educación Sexual Integral en la escuela secundaria
En las instituciones educativas de nivel secundario, la Educación Sexual Integral debe constituir un
espacio sistemático de enseñanza y aprendizaje que articule contenidos de diversas áreas curriculares
con los Lineamientos de la ESI, adecuados a las edades de adolescentes y jóvenes, abordados de manera transversal y en espacios específicos. Incluye el desarrollo de saberes y habilidades para el conocimiento y cuidado del propio cuerpo; la valoración de las emociones y de los sentimientos en las
relaciones interpersonales; el fomento de valores y actitudes relacionados con el amor, la solidaridad,
el respeto por la vida, la integridad y las diferencias entre las personas; y el ejercicio de los derechos
relacionados con la sexualidad.También promueve el trabajo articulado con las familias, los centros de
salud y las organizaciones sociales.
Asumir la educación sexual desde una perspectiva integral demanda un trabajo dirigido a promover aprendizajes desde el punto de vista cognitivo, en el plano afectivo y en las prácticas concretas vinculadas al vivir en sociedad.
Cuando pensamos en propuestas que apuntan a generar aprendizajes de tipo cognitivo, entendemos no sólo acercar información científicamente validada, acorde a cada etapa de desarrollo; también
el conocimiento de derechos y obligaciones y el trabajo sobre los prejuicios y las creencias que sostienen actitudes discriminatorias.
Con respecto al plano de la afectividad, consideramos que, desde la escuela, es posible trabajar para
desarrollar capacidades como la solidaridad, la empatía, la expresión de los sentimientos en el marco
del respeto por los y las demás y por sus diferencias. Este aspecto puede resultar novedoso, ya que,
habitualmente, las competencias emocionales fueron poco abordadas desde la escuela tradicional. De
alguna manera, se daba por sentado que se trataba de cuestiones que se aprendían espontáneamente en la familia, y también con la madurez que va brindando la experiencia. Sin desmerecer la vía de
aprendizaje informal que constituye la experiencia de vivir, es posible diseñar enseñanzas sistemáticas,
orientadas a generar formas de expresión de los afectos que mejoren las relaciones interpersonales y
promuevan el crecimiento integral de las personas.
Por último, contemplamos una dimensión también relacionada con el saber hacer, en que se promueve
la adquisición de prácticas tales como la posibilidad de decir “no” frente a la coacción de otros y de otras, el
fortalecimiento de conductas de respeto y cuidado personal y colectivo de la salud, y también de habilidades psicosociales, como propiciar el diálogo, lograr acuerdos, expresar sentimientos y afectos.